Parece irónico pensar que los escasos 4 kilómetros que
separan mi casa en la avenida Loja y la Universidad del Azuay, los transito en
20 minutos si uso el carro, y en la
mitad si uso mi bicicleta. Irónico o no, es una realidad de nuestra ciudad que,
entre otras de índole similar, me
llevaron a dejar el auto en casa y moverme dos ruedas.
Realmente con el
tiempo he comprendido que andar en bicicleta tiene un sinnúmero de beneficios,
los cuales me han hecho preferir por voluntad propia esta actividad, sin embargo cuando comencé a sentirme un
ciclista urbano en Cuenca comprendí que esto puede conllevar ciertas
eventualidades.
Andar en bicicleta por la ciudad en horas pico, puede ser
realmente peligroso, personalmente dos veces he sufrido accidentes menores. Me
gustaría decir que han sido mi culpa y he aprendido a ser más precavido, pero
realmente no es así. Lo cierto es que Cuenca aun no está preparada urbanística
ni culturalmente para los ciclistas.
Principalmente porque
no existen ciclo vías suficientes, desde mi punto de vista como ciudadano común
no puedo nombrar más de tres rutas para bicicletas y no son muy largas. Un
trayecto sin ciclo vías implica la necesidad de circular las calles, redondeles
y grandes avenidas de la misma manera que lo haría un auto.
La ruta diaria sin ciclo vía la vivo al máximo cuando siento
todo el pelo levantarse por un bus que
pasó raspándome la oreja, y empeora
cuando enfrento a los conductores que piensan
que las bicicletas no deben andar en la calle como uno de ellos. En verdad creen que el ciclista está
cometiendo una imprudencia al ponerse al mismo nivel de un carro (probablemente
lo sea) y para estos, a pesar de que las señales de tránsito, el orden para circunvalar
y demás les indiquen que deben hacerlo, es inconcebible ceder el paso a una
bicicleta.
Con la experiencia he descubierto que lo único que les hace
frenar es cuando de no hacerlo podrían matar a alguien, si esta peculiaridad no
llega a darse no te respetarán. Es por eso que un buen ciclista en Cuenca debe
acostumbrarse a tantear a diario el latente instinto homicida de los
conductores, con suficiente suerte los instintos nunca saldrán a flote.
La otra opción ante la falta de ciclo vías es usar la
vereda, sé que está multado por la ley, sin embargo hay ocasiones en las que no
hay alternativa. A veces, los autos son simplemente demasiados, su velocidad
muy alta y su agresividad imposible de
enfrentar, esas veces es preferible simplemente sonar una campana para alertar
a los transeúntes y andar con cuidado.
Por enfrentar estas peripecias me han sido inevitables
conflictos para los cuales la única solución fueron actos, gestos y palabras
poco agradables. Los ciclistas aumentan porque la ciudad está poco a poco
colapsando por el tráfico. Por lo tanto la Cuenca, tanto a nivel institucional
como ciudadano, debería prepararse mejor para evitar que los ciclistas tengan
que enfrentar este tipo de situaciones que ponen en riesgo su integridad.
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